Premios II Concurso de microrrelatos

Entrega de premios de la segunda edición del   Concurso de microrrelatos de la EASD de Zamora.


Esta mañana ha tenido lugar la entrega de premios del II CONCURSO DE MICRORRELATOS convocado por segundo año consecutivo en la Escuela de Arte y Superior de Diseño de Zamora.

El concurso consistía en la redacción de un microrrelato basado en la vida y obra de Federico García Lorca o en alguna de las siguientes imágenes:

  1.  Residencia de estudiantes /Huerta de san Vicente (arquitectura)
  2. Estatua de Lorca frente al Teatro Español, de Madrid (escultura)
  3. Autorretrato en Nueva York, dibujo original de Federico García Lorca (dibujo)
  4. Retrato Federico García Lorca de Gregorio Prieto (pintura)

El jurado presidido D. Iván del Arco e integrado por Dña. Cristina Piñán, Dña. Ana Montes y Dña. Irene Mateos, ha destacado la gran calidad de los trabajos presentados, y ha decidido por unanimidad conceder los premios a los siguientes concursantes:

 

PRIMER PREMIO

D. Samuel Diéguez Rodríguez

 

SEGUNDO PREMIO

Dña. Olimpia Cadenato Franco

 

¡¡Felicidades a los dos!!

El retrato de Lorca

 

Cuentan que algunos cuadros, retratos sobre todo, si se pintan con alma, con esfuerzo y dedicación, cobran vida. No en el sentido estricto de la palabra. No cobran vida en sí, no se mueven, no hablan. No son seres vivos. Ni nacen, ni crecen, ni se reproducen, ni mueren. Pero cobran vida porque adquieren sentimientos, buenos y malos: amor, tristeza, soledad, ansias, venganza. Todo eso lo adquiere un buen retrato, siempre y cuando se pintase con alma, esfuerzo y dedicación.

 

Pero, ¿qué pasa cuando la persona representada muere? o peor, ¿y si es asesinado?

 

Esto le pasó a Federico García Lorca, y en sucesión, esto le pasó a su retrato. Se dice que cuando se lo llevaron, hasta tiempo después nadie supo lo que le pasó. Pero en realidad… sí lo sabían, o al menos se lo esperaban.

 

Días después de su desaparición, amigos y familiares fueron a su casa, a buscarle… y cuanto encontraron fue un retrato con un gran charco de agua tintada de diversos colores a sus pies. Un cuadro que lloraba por la pérdida de la figura que debía representar…

 

Nadie sabía cómo, cuándo ni por qué el charco. Nadie sabía cómo, cuándo ni por qué la desaparición de Lorca.

 

Tiempo después, todos supimos lo que le pasó al autor, y los motivos, si así se los puede llamar, que llevaron a sus iguales, los hombres, a matarle... Pero lo del cuadro… sigue siendo un misterio. La pregunta es… ¿seguirá siéndolo mucho tiempo? ¿sabremos algún día cómo adquieren sentimientos los cuadros? Y aún más importante, ¿podremos dotarnos de vida “real”?

 

Samuel Diéguez Rodríguez, primer premio, 1º de Bachillerato B

 


Los veintisiete pelos del pincel

 

Recorrían los veintisiete pelos del pincel el perfil del ojo izquierdo, dibujado en el lienzo, mientras el exceso de aceite ennegrecía la expresión de la mirada. Los recuerdos me llevaban a la nostalgia.

 

Echo de menos todos los años que pasamos juntos. Recuerdos tus palabras “muchos tiran mis dibujos, Gregorio, pero yo te los doy porque sé que tú los guardas, y algún día, cuando me muera, los harás famoso.”

 

Hoy Granada llora, los gitanos se olvidan de sus romances, el poeta vuelve de Nueva York y yo, muero contigo. Estoy seguro de que mucha gente llora conmigo, que habrá poetas que estén escribiendo sobre tu nombre, sobre tu lucha y tu valentía. ¡Qué necios los que no supieron gozar de tu compañía, de tus dibujos y de tu risa! Yo lo hice y me está pesando el alma. Quiero pensar que te reunirás con tus seres queridos que ya no están, con la mano que prendió la dinamita y con los camaradas del frente que se fueron. Me voy. No quiero formar parte de esta guerra. Inglaterra me espera con los brazos abiertos. Sé que tu no estarías de acuerdo con esta decisión pero es que, como ya he dicho, el alma pesa después de las muertes que he visto, las balas que han disparado, los gritos que he escuchado de auxilio y de esperanza.

 

Espero que cuando nos volvamos a ver tenga que contarte otras historias como que he conocido a un hombre y que he podido besarle sin esconderme. He visto el miedo y ahora sé que tenías razón cuando decías “como no me he preocupado de nacer, no me preocupo de morir” pero nunca llegaré a tener tu valor. Volveré con más fuerza para buscarte en cualquier lugar donde yaces ahora muerto.

 

Salud y república.

 

Olimpia Cadenato Franco, segundo premio, 1º de Bachillerato B


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